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Pasión por Sevilla

para conocerla, para amarla

Cuantos peregrinos del sentimiento se acogen a su recinto deberían preparar su iniciación con reposadas contemplaciones de nuestros anocheceres.
 
Manuel Chaves Nogales.
La ciudad

Si supiéramos de alguna ciudad que tuviese esta sabia armonía, esta exquisita aristocracia, esta plenitud de espiritu de nuestra ciudad, no hubiésemos empezado a escribir.

Sólo ella es así: a los incrédulos, a los extraviados, a quienes la ignoran dirigimos la certeza de nuestro amor, concretada hoy en unas cuantas páginas, después de muchos análisis peripatéticos y algunas lecturas inútiles en su mayor parte.

De bruces sobre los prertiles de sus azoteas hemos desmenuzado muchas veces nuestro amor hacia las casas, las calles y las gentes, miestras las cumbre remotas se tragaban el sol congestionado de nuestros crepúsculos. Es la visión inicial de nuestra ciudad. Cuantos peregrinos del sentimiento se acogen a su recinto deberían preparar su iniciación con reposadas contemplaciones de nuestros anocheceres. Eugenio Noel, que nos ha dedicado uno de sus mejores libros, ha puesto en la dedicatoria: "A Sevilla, la de los incomparables atardeceres".

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